Muchas veces se argumenta que quien cuida a las personas mayores, menores o enfermas debe de ser una mujer, porque están mucho más cualificadas que los hombres para realizar tareas de cuidado. Esto sucede tanto en trabajos de cuidados remunerados como en los no remunerados. ¿Pero es así? o ¿es una cuestión cultural?
Las cualidades que hay que tener para cuidar se han asignado a las mujeres a lo largo de los siglos (cariñosa, empática, paciente, altruista, amable…), pero eso no quiere decir que los hombres no puedan serlo. Tampoco, que todas las mujeres tengan estas cualidades.
El primer paso para lograr la igualdad es reconocer y modificar esos errores provocados por los estereotipos, para que las personas tengan plena libertad para elegir el rol que quieren desempeñar en la vida, en la sociedad y en su vida profesional.
La igualdad se aprende.